miércoles, 18 de julio de 2007

Insomnio


Es sentir cada noche el rechazo de Morfeo que implacable nos destierra y nos condena a vagar por los senderos en blanco. Es haberse aprendido de memoria los garabatos del techo, los sonidos de la casa, es saber exactamente cuàntos pasos hay del elevador a la puerta del apartamento del fondo, porque siempre se escucha al vecino que vuelve del trabajo a la media noche, y es haberse enterado tambièn que la vecina de al lado hace el amor con su marido los mièrcoles y los viernes y que prefieren esperar a que sea de madrugada para no sentirse delatados por las delgadas paredes y para no tener que esquivar las miradas indiscretas de los otros al día siguiente. Es leer compulsivamente hasta que se tiene la impresiòn de que los globos oculares saltaran de un momento a otro de su orbita, es conocer cada resorte de la cama y saber en que momento crujirà harta de sentir nuestro cuerpo dando vueltas sobre el colchon. Es haber hecho minuciosos exàmenes de conciencia intentando encontrar en alguna vieja culpa no expiada la razòn a tantas noches en vela, y haber hecho paces con el pasado a fuerza de tanto recordar, es tambièn torturarse un poco con los planes dejados a medias, o con las frases no dichas oportunamente, es pensar detenidamente en los que se quiere o en aquel que se quiere querer. Es haber intentado todos los remedios posibles : las duchas de agua caliente,la leche tibia, los tès de hierbas, -o la hierba a secas- , la aromaterapia, la musicoterapia, la relajaciòn, la acupuntura, los somnifèros, el yoga, las caminatas nocturnas y hasta el conteo de ovejas y descubrir que nos sentimos absurdos por llegar a semejantes extremos. Algunas veces es cerrar los ojos en la penumbra, respirar profundo para llenar los pulmones del aroma del que duerme al lado nuestro, contando los segundos entre cada exhalaciòn suya, para tomarle la mano muy suave y envidiarle un poco el sueño.