jueves, 7 de enero de 2010

Frágil

Su sola mención bastó para invocarlos, y ahora puedo sentir sus alas de murciélago chocar contra las paredes de mi cráneo; "tu vida no es perfecta" me repiten incesantes, y para asegurarse de que no lo olvide me dejan millares de diminutas banderas clavadas en el corazón, pobrecito músculo, pobrecita Andrea, la euforia de ayer no era más que una niebla pasajera, abre los ojos.

lunes, 4 de enero de 2010

Me and the devil

Por años luché contra ellos, mis demonios, aquellas devastadoras fuerzas que lo devoraban todo a su paso, llevándome al borde de obscuros precipios, al límite de mi propia resistencia, haciendo incluso tentadora la opción de saltar al vacío...perderme por completo o acabar con todo.

Pero con el tiempo y los moretones aprendí que, cada golpe asestado a ellos era también un clavo más incrustado en la planta de mis pies, en mis articulaciones, porque ellos, mis demonios, no eran ajenos, no eran huespedes llegados a mi como castigo a mi rebeldía, eran más bien parte de mí, trozos de mi propia psique, mis huesos eran los suyos y compartíamos el mismo reflejo al vernos en el espejo.

Ellos, mis demonios, están en mi cabeza, en las vesiculas existentes en mis neuronas presinápticas, ellos, mis demonios, son la estamina que me obliga a permanecer despierta, son la penumbra que evita que el brillo excesivo de las verdades obvias y las mentiras perfectas me cieguen al final de cada día.

A veces me tiran de cara al suelo y provocan que la naríz me sangre persuadiendome a que no quiera salir de debajo de las sábanas, pero ellos, mis demonios, son esa esquina abyecta en la parte trasera de mi mente que me mantiene lúcida, en un paraje en el que todos prefieren mentirse a si mismos creyéndose que son perfectos, humanos.

Ellos, mis demonios, nacieron conmigo, se han alimentado de mis músculos y de mis miedos, han crecido junto a mí, ellos, mis demonios, me proveen de obscuras alas con las cuales alejarme de la mierda, ellos, están siempre a mi derecha y me susurran que todos usamos máscaras y me confío a ellos porque no necesitan mentirme, si he de irme al carajo, al menos lo haré con los ojos abiertos, despierta.

Ninguno está libre de ellos, yo al menos he aprendido a convivir con los míos.