jueves, 28 de febrero de 2008

Vuelve Monitor


Y mi corazón se hincha de alegria, mi cerebro vibra y me premia con una buena dosis de endorfinas, celebro la experiencia sensorial, y cientos de ideas brotan, letras en sucesión danzan en mi mente, escribir, escribir, y escribir, por horas, días, semanas, hasta borrar mis huellas digitales, hasta desbordar el cuenco.

Hasta hace unos días que Luis Villacinda, "el gurú" , hizo el llamado a su horda para resucitar a nuestro muerto, no habia caido en la cuenta de cuanto habia extrañado a ese suplemento, paria el pobre, porque no cabia en las corrientes de lo vendible, porque no sacabamos fotos de la "beutiful people" en plena "party".

Deje de ser una huerfana, y "bendita era digital" , el Monitor, aquel suplemento que viernes a viernes imprimió Siglo Veintiuno, vuelve desde su tumba, se le escapa a la parca y nos devuelve la alegria a todos, a nosotros "los desterrados".

A leerlo, gozarlo, disectarlo, ahora que nadie nos dirá "eso no se publica, porque perdemos lectores", el Internet es la selva, suculenta, turbia, brillante.

Monitor ha vuelto y no puedo evitar sonreir un momento.

www.monitor-gt.blogspot.com

miércoles, 6 de febrero de 2008

Pimp


Eran las dos de la tarde con treinta minutos, lo sé porque vi el reloj justo cuando el estómago empezo a clamar por alimentos, una punta de dolor de cabeza y el sol entrando de lleno por la ventada. Respiré hondo tres veces, nada, el hambre no se aplaca con aire en los pulmones.

De pronto me pareció que el salir de esta casa/oficina/refugio era la mejor de las ideas, total solamente 7 pisos de escaleras me separaban del resto del mundo.

Ahhh el viento de la calle, su caricia suave, -ver rostros humanos me hizo feliz por un momento-, llevo algunas horas de estar triste, extraño a mi papá, a mi gato Félix, y a mi abuela Cata, quiero comer una tostada y largarme de la ciudad.

El Café León de la 8 avenida, con el murmullo de la Cimbali y el sonido de las tazas al contacto con los platos se me hace el mejor lugar del mundo para estar un miércoles a las dos y cuarenta y tantos de la tarde, hay justo un lugar en la barra, tiene espacio suficiente para acomodar mi periódico y está en un punto en el que puedo observar a la gente.

La señorita que me trae el café tiene una sonrisa amable, y no parece molestarle la insistente pregunta del individuo sentado a mi lado que, con voz gangosa y afectada le exige saber si la leche que utilizan es deslactosada, "simplemente no la tolero" se queja desválido y pienso que debe ser algo muy triste no poder tomarse un café con leche y doble nata.

Un celular suena, "tú me dejaste caeeeer, pero ella me levantó", el ringtone que se repite tres veces, (la cabeza no dejaba de dolerme), tragué dos tabletas de ibuprofen con el café, la misma voz gangosa y afectada atiende el teléfono, y descubro que estoy codo con codo con una suerte de padrote.

"¿Sii, él habla, aja, por cuanto tiempo?, aja, 800 en efectivo, aja, solo llama antes para que te abran el portón, aja, no,no,no, gracias a usted por llamar", ordena otro café, mientras marca un número en su blackberry, "En media hora llegan contigo, un señor, como de 50 y pico de años, aja, aja, no, el servicio usual, 800, aja, cash, en una hora llego yo y me tenes que dar 400, aja, cómo te vas a vestir? Ay,no te vas a ver muy gordo, no, no, ese color no te va, ponete el traje que te deje ayer, aja, el sport, aja, y oime bien, son 400 billete sobre billete, sino sabes lo que te espera", cuelga, le han servido el café y pide azúcar de dieta;
había cierto acento forzado en su tono de voz, un deje como de niña de colegio privado que invita al novio al cine, es obvio que se ha creado un personaje y que vive por y para él.

Le toqué el hombro, usando el viejo pretexto de "me pasa las servilletas" para poder observarlo, con un solo vistazo mató el arquetipo físico que a Hollywood y a las peliculas mexicanas clase B le habia tomado años implantar en mi cabeza; más que un chulo/pimp/padrote me pareció un burdo aspirante a bartender, T-shirt sin mangas (podia verse como las rasgó con una tijera), el cabello largo y ondulado, olia a sudor, una gorra vieja con roturas en la viscera y con la socorrida leyenda "soy puro rojo", jeans viejos, zapatos tenis sucios, la piel grasa; nada en él era especialmente turbio o deslumbrante, fue una total afrenta al pachuco de pluma en el sombrero o al Frank Sinatra de punta en blanco que le conseguía mujeres a los Kennedy, y lo peor de todo, lo peor de todo, es que cuando pidió la cuenta ni un solo diente de oro relució en su boca.