lunes, 2 de julio de 2012

Mi niño

No nació de mi vientre y sin embargo le amo con cada fibra de mi corazón de nuez, y su cariño ha sido como un pequeño y potente motor que me ha ido sacando de a poco del fondo del abismo; tomada de su manita es que me he permitido recuperar la ternura y he recobrado las ganas de creer otra vez en las posibilidades de la bondad.

Él, me ayuda a entenderme mejor, a mirar hacia adentro y a hacer las paces conmigo misma y no me ha pedido nada a cambio, ni siquiera cariño, y sin embargo le quiero tanto, al punto que lo que más me asusta es que pueda pasarle algo. También he descubierto que desde que existe en mi vida, todos los niños del mundo se han vuelto también un poco míos, que ahora más que nunca me duele enterarme sobre el sufrimiento, el hambre o la soledad de cualquier pequeño, porque no quisiera que a mi niño le ocurriese nada malo.

También me sorprende su inagotable capacidad de querer y la facilidad con que su inocencia puede leerme, a veces cuando no estoy del todo bien, basta con que coloque su manita en mi hombro para que vuelva a convencerme de que puedo salir adelante.

Por él es que no he tirado del todo la toalla ni me he lanzado de espaldas desde una lancha a medio lago de Atitlán, porque pienso en lo que eso podría hacerle, pienso en el daño que mi irresponsable tristeza podría causarle a su inocencia. Gracias a mi niño, es que realmente he pensado más allá de mi propio pellejo, porque a veces aunque este harta de todo vuelvo a sentirme livíana tan solo con saber que él está en este universo.

Y hablamos, y jugamos por horas, y hacemos tareas, y salímos a caminar y a comer helados, y siempre que me cuenta o me pregunta algo tengo la certeza de que no puede haber nadie más honesto sobre la faz de esta tierra que mi niño, y quiero que así se mantenga, quiero componerle el mundo para que no tenga que pasar ninguna pena y pueda ser terapeuta de animales maltratados, repartidor de cupcakes, traductor para aliens, doctor de monos, o cualquiera otra cosa que se le ocurra, y quiero ser buena, y aprender a ser feliz, para que ya no tenga que ver su carita de niño tratando de ser fuerte cuando se da cuenta de que me está ganando la tristeza.


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